Los casi 5.000 km solidarios a nado (y de espaldas) de Carlos Peña

Desde que en 1989 y durante 6 días hiciera una travesía de 200 km por el Ebro, Carlos Peña no ha parado de nadar (siempre a espalda) por las aguas del mundo. Ahora se le ha reconocido como el Récord Mundial oficial de kilómetros nadado en natación extrema: 4880,30 Kilómetros en 2151 horas y 20 minutos, entre los años 1989 a 2015 en distintos lugares del mundo sumando sus 56 travesías.

Este guipuzcoano de Tolosa curiosamente comenzó como deportista «de secano», como corredor, llegando a ganar la Behovia-San Sebastián en categoría juvenil. Una grave lesión le obligó dejar de correr y en sus vacaciones estivales en Lodosa (Navarra) en una barbacoa surgió la idea de aquella primera travesía en el Ebro.

Desde 1989 Carlos Peña siempre ha nadado, impulsado por algún motivo social en lugares como océanos, ríos, lagos, embalses, estrechos, piscinas, canales, etc., conociendo de cerca las maravillas y peligros propios de entornos tan salvajes.

Carlos utiliza siempre el estilo de nado a espalda, se sirve de un traje de neopreno, unas pequeñas aletas de fabricación casera y la fuerza de voluntad que le impulsa a superar retos increíbles. Siempre buscando grandes retos y con una causa solidaria, como cuando en 1995 nadó en el río Neretva para dar visibilidad a la guerra de los Balcanes o cuando cruzó el Lago Titicaca, 180 km en 14 días.

Diez horas y media de nado fueron el esfuerzo de su última travesía, la del Mar Menor desde Lo Pagán a Los Urrutias, con olas durante todo el recorrido y terminando con viento de Levante. La elevada salinidad el agua del Mar Menor, más de 50 g de sal por litro de agua, fue otro obstáculo más para completar el reto.

El objetivo de este cruce a nado de la mayor laguna litoral española era apoyar lasreivindicaciones que ANSE (Asociación de Naturalistas del Oeste) y el Pacto por el Mar Menor desarrollan a favor de la conservación y recuperación de los valores naturalesde un espacio natural intensamente degradado por la mano del hombre.

El cruce del Mar Menor costó un poco más de lo previsto al nadador de espalda, que ya ha realizado numerosas travesías de gran recorrido y duración en diferentes enclaves (principalmente lagos y ríos) de Europa y América. La elevada salinidad de la laguna, junto al calor y el viento cambiante dificultaron la travesía.

Aunque durante las últimas semanas se han reducido notablemente los vertidos de salmueras procedentes de las desalobradoras agrícolas, las aguas del Mar Menor siguen convertidas en una inmensa sopa verde, más intensa en el centro de las cubetas norte y sur, tanto que apenas pueden observarse las escasas medusas de la especie Cotylorhiza tuberculata que en mucho menor número que otros años han aparecido a finales de verano.