Muchas mujeres (si me lo permiten, me incluyo) se sientan con cierta o con mucha, naturalidad. Los tiempos en los que las señoras debían sentarse de determinada manera para parecer ‘decentes’ quedaron muy atrás. Ahora cada una se sienta como le place y en muchos casos si la prenda de vestir se lo permite, con las piernas abiertas, es decir: despatarradas.
Pero eso al parece no importa. Lo que importa y mucho, al menos a la asociación feminista ‘Mujeres en Lucha’ es que sean los hombres los que se despatarren cuando ocupan los asientos del Metro de Madrid.
Y esa ‘indignación’ les ha llevado a lanzar una campaña bajo el hastag #MadridSinManspreading, con la que quieren manifestar su protesta sobre esta, según aseguran, costumbre masculina; y exigir al ayuntamiento de la capital que coloque carteles contra el ‘despatarre’ de los hombres, o lo que es lo mismo dicho en fino, el ‘manspreading’.
Mujeres en Lucha solicita al Ayuntamiento y a la Comunidad de Madrid que se coloquen carteles en la entrada del metro y en toda la red de autobuses de la EMT para pedir a los hombres que dejen de despatarrarse en los asientos. Y aunque nos pueda parecer una novedosa y “estúpida” idea o una novedosa y “genial” idea, de novedosa no tiene nada. La CUP ya propuso poner en marcha una iniciativa parecida.
«Todos los medios de transporte llevan colocados unas pegatinas en las que se explica que hay que dejar sitio a las mujeres embarazadas, personas con carrito de bebé, mayores y gente con alguna discapacidad, pero hay algo en lo que no han caído y que nos afecta a todas prácticamente cada día que montamos en el transporte público: el manspreading», escriben en la petición de Change.org.
«No es difícil ver a las mujeres con las piernas cerradas y muy incómodas porque hay un hombre a su lado que está invadiendo su espacio con las piernas», denuncian.
«No es cuestión de mala educación sino de que igual que a las mujeres nos han enseñado a sentarnos con las piernas muy juntas, a los hombres les han transmitido una idea de jerarquía y de territorialidad, como si el espacio les perteneciese», puntualizan.