FERRERIA DE MIRANDAOLA – HISTORIA DE UN MILAGRO

La Ferrería de Mirandaola es una visita que no te puedes perder. Aprender cómo se hacían las cosas antaño. Disfrutar y participar de la historia.Ser parte de la historia. Y no te lo puedes perder porque en Legazpi además de 9 museos,…un espectáculo único en todo el país Vasco, el único frontón de hierro del mundo,…. ¡además tenemos un Milagro!Y un milagro muy especial, porque según dicen los entendidos en la materia lo habitual es que esto pasa a  monjas, curas, niños,… y no a obreros, en este caso a los fuertes y rudos ferrones que trabajaban en la ferrería de Mirandandaola….

Corría el año 1850. Mes de mayo, y el caudal de agua del río era muy escaso.

El encargado de administrar la ferrería estaba muy preocupado, ya que tenían que terminar todo el hierro con el que se habían comprometido, para venderlo en Europa, América etc….

Los ferrones trabajaban de sol a sol en la temporada de ferrería, que era cuando el caudal de agua era suficiente para poner en marcha toda la maquinaria, es decir más o menos 6 meses al año. 

Y trabajaban 24 horas sin salir de la ferrería, produciendo lingotes de hierro que obtenían mezclando el mineral de hierro con carbón vegetal. Trabajaban de lunes a sábado ya que el domingo era el día del señor y había que hacer fiesta y ir a mida,  «el séptimo día descansarás » .  

Bien, el caso es que el encargado se dio cuenta de que no podrían finalizar los pedidos a no ser que trabajaran todos los días de la semana hasta terminar la temporada y les dijo a los ferrones: «mañana es domingo, pero da lo mismo , ¡¡vendremos a trabajar igualmente!! ¡¡¡Tenemos que terminar todo el hierro!!!

Los ferrones acudieron a la ferrería y trabajaron con el mismo ahínco que hacían siempre: echaron las cargas de carbon vegetal, y el mineral de hierro…y después de trabajar la masa en el horno durante más o menos 7 horas, en vez de salirles una bola de hierro, más o menos simétrica, les apareció una pieza mucho más pequeña y con forma de cruz….

El susto fue monumental y lo asociaron a estar trabajando en domingo, «castigo divino»».

No sabían muy bien qué hacer, así que decidieron guardar el secreto….y escondieron la cruz. Pero hicieron un pacto entre caballeros; el último de los cinco ferrones que conocían el secreto el último que quedara vivo se encargaría de decirle al pueblo lo que allí sucedió.

Y así fue. El último ferrón vivo se lo contó a la familia, la familia al cura del pueblo, el cura al obispo…

Y llegó el obispo de Pamplona a Legazpi a ver qué había pasado realmente.

Pero la cruz no aparecía…y él dijo «si no aparece la cruz, aquí no hay ningún milagro».

Finalmente apareció, y a partir de ese momento muchas cosas cambiaron en el municipio: las fiesta patronales se cambiaron de fecha…

Los legazpiarras celebraron 3 de mayo el Día de Mirandaola para recordar el suceso acontecido el 3 de mayo de 1580 en la ferrería del mismo nombre. 

Patricio Echeverría, el empresario local, dueño de la empresa Herramientas Bellota, construye en el parque de Mirandaola una ermita en honor y para recordar este milagro, y todos los años sale una procesión desde la parroquia en el centro de la localidad al parque de Mirnadaola hasta allí, donde se celebra una fiesta.

¿No sería en vez de un castigo un premio a la responsabilidad y el esfuerzo?