Se cumplen 80 años de la muerte del comandante Cándido Saseta

El próximo 23 de abril se cumplirán 80 años de la muerte del que fue uno de los impulsores del Euzko Gudarostea. Cándido Saseta murió junto con más de un centenar de milicianos en Asturias en 1937, miembros estos de los batallones Euzko Indarra, Amayur y Prieto, entre otros. Saseta, militar de carrera, fue el encargado de formar el Euzko Gudarostea.

Sus restos, una vez localizados y exhumados por iniciativa de la Sasetaren Aldeko Elkartea y la Sociedad de Ciencias Aranzadi, fueron repatriados en 2008 y se encuentran en el cementerio de Hondarribia, su pueblo natal, donde tendrá lugar un homenaje de este jueves, organizado por la Diputación Foral de Gipuzkoa, diferentes instituciones y organizaciones de Memoria Histórica.

 

Biografía de Cándido Saseta Etxeberria ( Aranzadi)

Fue  el  comandante  en  jefe  de  las  milicias  vascas  (Eusko  Gudarostea)  en  el Gobierno de José Antonio Aguirre durante la Guerra Civil. Era militar de carrera.

Nació  en  las  escuelas  de  Biteri  de  Hondarribia,  donde  su  padre  Ambrosio  era profesor,  el  13  de  diciembre  de  1904.  Su  madre  se  llamó  Fructuosa  y  tuvo,  del matrimonio con Ambrosio, 8 hijos. Cándido murió el 23 de febrero de 1937 en la localidad asturiana de Areces.

Con la intención de entrar en el cuerpo de miqueletes, a los 16 años ingresó en la Academia  de  Intendencia. Concluyó  sus  estudios  y  en   1922  fue  ascendido  a alférez. En 1924 fue destinado a Ceuta, Tetuán y Xauen, poblaciones en las que tuvo  diversas  responsabilidades  en  los  depósitos  de  intendencia  y  al  año siguiente  ascendía  a  teniente.

Destinado  en  las  plazas  africanas  hasta  1931, prestó juramento de adhesión a la República el 27 de abril de ese año, en Ceuta.

Pidió el traslado de su destino, que le fue concedido. El primero de noviembre de 1931  se  incorporaba  a  la  Compañía  de  Montaña  destinada  en  Burgos,  aunque por  poco  tiempo,  ya  que a  los meses fue  enviado  nuevamente  a  las  posiciones españolas en África.
En 1933 estaba destinado en Melilla y un año más tarde fue trasladado al Hospital Militar de Tenerife. El 9 de  marzo de 1936 es ascendido a capitán y poco más tarde pasa a ser “disponible forzoso”.

Trasladado  a  Gasteiz,  es  entonces  cuando  intentó  etrar  en  el  Cuerpo  de Miqueletes. Cuando se produjo la sublevación franquista desertó de su cuartel, ya que los mandos se manifestaron mayoritariamente favorables al golpe de Estado, y se pasó a las filas republicanas.

En los primeros compases de la guerra y antes de la creación de las Juntas de Defensa,  participó  en  varias reuniones  de  líderes  políticos  abertzales  que intentaron   crear   un  movimiento  militar   soberanista,   al  margen   del   Ejército republicano.

Cuando  el  PNV  decidió  dar  su  apoyo  a  la  República  y  crear  sus propias  milicias,  Saseta  fue  destinado  al  Santuario  de  Loiola  (Azpeitia)  como comandante  supremo  de  las  fuerzas  de  voluntarios  abertzales  que  se  habían concentrado  en  espera  de  recibir  instrucciones.  Desde  su  puesto  intensificó  su actividad,  logrando  incorporar  a  600  jóvenes  que  serían  el  embrión  del  Eusko Gudarostea.

Su formación coincidiría con la caída de Donostia (13 de septiembre 1936),  donde  las  tropas  de  Saseta  se  acuartelaron  en  el  convento  del  cerro  de San Bartolomé, sin llegar a actuar.

Aprobado  el  Estatuto  de  Autonomía  (1  de  octubre  de 1936)  y  avanzada  la contienda, el Eusko Gudarostea creó un Comité de Guerra representando en su aspecto  político  por  Manuel  Irujo,  José  Mari  Lasarte,  Telesforo  Monzon,  Lino Lazkano, Miguel Alberdi y Salvador Aranburu, y en el militar por Cándido Saseta.

A pesar de su cargo de jefe y fundador del Eusko Gudarostea, entró en combate desde el inicio de la guerra, siendo herido en Usurbil y en Legutio.

Tras  la  convalecencia,  sería nombrado  comandante  en   jefe de  las dos  brigadas que el Gobierno vasco desplazó a Asturias en febrero de 1937, tras acuerdo con el  Gobierno  republicano  para  intentar  avanzar  sobre   Oviedo,  ciudad  que  estaba en  poder  de  los  sublevados. Moriría  combatiendo  contra  una compañía  de  Tetuán  (lugar  donde  había  estado  destinado  varios  años)  en Areces. Su muerte causó una gran conmoción social y recibió honores de Estado, con  funerales  que  se  celebraron  en  Bilbao,  a  pesar de  que,  hasta  ahora,  sus restos no habían sido recuperados.

La  muerte  de  Saseta  originó  que  una  de  las  compañías  de  ametralladoras  del Ejército  vasco  se  transformara  en  batallón,  tomando  su  nombre.  Este  batallón estuvo  ubicado  en  Gernika  y  fue  el  único  del  Eusko Gudarostea  en  dotarse  de  ametralladoras  pesadas.  Estuvo  compuesto  por  cuatro   compañías  (Aitzol,  Beti Aurrera,  San  Marcial  y  Zarrabeiti)  y  sus  comandantes  fueron  Andrés  Plazaola,  Roque  Amunarriz  y  Joseba Salegi.

La mayoría  de sus integrantes eran  hijos de Donostia o de poblaciones cercanas a la capital guipuzcoana.